Disponemos de diferentes opciones de tratamiento, todos ellos válidos para tratar el cáncer de próstata. Es importante tener en cuenta que la progresión del tumor es lo que nos indicará y limitará las opciones de tratamiento. Esta progresión viene marcada por los niveles de PSA, la clasificación Gleason (determinado por la biopsia), el estadiaje del tumor (determinado por las imágenes de resonancia magnética) y la presencia de adenopatías y/o metástasis.

En función de los marcadores mencionados podremos clasificar el tumor en función de su riesgo: bajo, intermedio, alto y muy alto.

Riesgo alto y muy alto: Localmente avanzados y diseminados

Para los tumores de riesgo alto y muy alto será necesario tomar la decisión de tratamiento junto a un oncólogo al ser tumores avanzados o diseminados. Las principales opciones de tratamiento son la radioterapia, quimioterapia y la hormonoterapia. En algunos casos los pacientes de alto riesgo pueden ser operados mediante cirugía radical.

Riesgo bajo e intermedio: tumores localizados

Nosotros nos vamos a centrar en los tumores localizados, es decir, los de riesgo bajo e intermedio. En la actualidad disponemos de varias técnicas con sus ventajas y desventajas. Entre las opciones de tratamiento encontramos la prostatectomía radical (cirugía), braquiterapia, radioterapia, crioterapia y la novedosa técnica HIFU por resonancia magnética.

La principal técnica de elección es la cirugía radical (prostatectomía). Es una opción muy agresiva y se nos puede plantear la opción de buscar alternativas para retrasar al máximo o incluso evitar pasar por quirófano. Aquí es donde entra el papel de las nuevas tecnologías mínimamente invasivas que pretenden tratar “a distancia”, sin necesidad de incisiones como el HIFU y la radioterapia.